“El radical impoluto con la bragueta abierta”: Abad en forma espuria busca transar su voto en defensa de Kueider colocando a su esposa en la Corte

Hace unos días, mediante una entrevista a un matutino nacional, el jefe de Gabinete bonaerense, Carlos Bianco, dejó picando la pelota en el área de las suspicacias, las cuales reverdecieron en medio de las discusiones de una empantanada y cancelada ley de Presupuesto y de la autorización para el endeudamiento del gobierno de Axel Kicillof.

Carlos Bianco dejó trascender de ciertas imposiciones de una variopinta y cada vez más balcanizada oposición que se abroquela y muestra su mayoría para negociar con el ejecutivo, pero que, a la hora de las pretensiones, se vuelve a mostrar dividida en varios grupos que solicitan pasar por la ventanilla de reclamos.

Vale esta introducción para presentar una “remake” de la intrigante novela de los reclamos del aún titular del comité provincia, Maximiliano Abad, quien cada vez hace menos sutiles a sus reclamos de contraprestación por su voto -el único del bloque radical del senado nacional- que se inclinó por la permanencia del exlegislador acusado de contrabando y sospechado de sobornos, el entrerriano, Edgardo Kueider.

Reclamo reiterado

En este sentido, trascendió que detrás de un espíritu supuestamente “garantista” de Abad para votar por Edgardo Kueider había intenciones de volver a la carga por una pretensión que derivará en un enorme beneficio para el interés ganancial. Se trata de la posibilidad de nombrar como jueza de la Suprema Corte a su esposa Marina Sánchez Herrero, que ya de por sí cobra dos contratos del estado: uno en calidad de presidenta del Honorable Concejo Deliberante de General Pueyrredon y otro como vicedecana de la facultad de Derecho de la Universidad de Mar del Plata..

El reclamo por un sillón en el máximo tribunal para un radical no es nuevo y el nombre de Sánchez Herrero, tampoco. Trasciende por enésima vez, con la diferencia de que en el contexto actual jamás se había puesto ese asunto en agenda para confrontar y tensionar al máximo las negociaciones.

Si bien desde el gobierno bonaerense, Bianco fue prudente en no señalar qué nombres pidieron para la Corte, muy pocas horas pasaron hasta que el apellido de la esposa de Abad ganara la tapa del diario que, justamente, había entrevistado al encumbrado funcionario. “No más pruebas su señoría” dirían en un juicio.

Abad representa a la mitad de la representación del bloque de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires y la totalidad de la bancada del Senado y juega, como buen marplatense, sus fichas para ganar un pleno en la ruleta.

Entiende que su voto a favor de Kueider y su derecho a preservar su banca fue suficiente prueba de lealtad a la Casa Rosada y a su socia, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, como para obtener también el apoyo de legisladores del Pro cercanos a la Casa Rosada y, por qué no, de los legisladores “puros” de La Libertad Avanza.

Fue por eso que Abad, a través de su más leal lugarteniente como es el diputado Diego Garciarena, no dudó en sumar ese reclamo. Esto ocurrió, al parecer, sobre el final de las negociaciones. En esa instancia el gobernador Axel Kicillof mostraba su extrema debilidad ante una oposición mayoritaria que olía sangre a kilómetros de distancia.

El pedido que hizo Abad fue el que detonó las negociaciones y el aplazamiento de todo avance en materia de presupuesto provincial, tan necesario para planificar las finanzas del ejercicio 2025.

Como se dijo, sonaban más lógicos los reclamos de designación de cargos para la oposición en Banco Provincia, empresas públicas provinciales y organismos de control, pero el fuerte pedido de Abad -que trascendió en las últimas horas- sacudió las estanterías en la capital bonaerense.

Da la impresión que al actual senador nacional por la Unión Cívica Radical le importa sólo sus intereses personales, señalan en la oposición interna partidaria, cuyos más conspicuos dirigentes entienden que el marplatense debe dar explicaciones sobre la certeza de estas versiones que lo inclinan más a sus expectativas personales que partidarias.

Además, muchos sectores esperan una argumentación elaborada sobre por qué amparó, con su voto -el único del bloque radical- a un senador que fue atrapado “in fraganti” con miles de dólares en Paraguay, donde las autoridades lo encarcelaron por contrabando.

Desde estos sectores internos -por ejemplo, Futuro Radical- remarcan que toda explicación sobre los últimos pasos de Abad se centra en un sólo parámetro y es el de satisfacer un interés supremo, el de una mejora sustancial de su futuro personal y ganancial, muy alejado de las expectativas de un posicionamiento más ventajoso del centenario partido de Alem.

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