Patricia Bullrich, lista para cambiar la mesa chica del Ministerio por la mesa del Senado… con descorche incluido para que no haya ataques de ansiedad ni abstinencia.
Patricia Bullrich, la misma que prometía “poner el cuerpo” y terminó poniéndose en la lista, confirmó que será candidata a senadora por la Ciudad de Buenos Aires. El paso de “defender a los argentinos de bien” a defender su propio sillón en el Congreso fue tan rápido que ni el acta de traspaso de su cargo ministerial tuvo tiempo de enfriarse.
El prescindente Javier Milei, que hasta hace unos años la tildaba de “montonera” como si fuera un insulto vintage, ahora la aplaude como si estuviera inaugurando una sucursal del garrote oficialista en el Senado.

En su campaña express, Bullrich asegura que “donde están las batallas más difíciles, ahí va a estar poniendo el cuerpo”. Traducción libre: si hay cámaras, rosca política y un buen tinto, allá va.
Y mientras ella ensaya discursos de campaña, en el Ministerio de Seguridad se abre la puja por quién heredará el bastón de mando y el silbato para reprimir. ¿Será otro de esos perfiles “dialoguistas” que tanto le gustan a Milei?.
El prescindente, fiel a su manual de hiperactividad y esquizofrenico en redes, la celebró con un “VAAAAAAAAMOOOOOO” que suena más a cantina que a despacho presidencial.
Entre tanto grito y emoji, la pregunta incómoda queda flotando: ¿Bullrich se va del ministerio para siempre o va a hacer la “gran testimonial” que tanto decía odiar? Porque si algo sobra en la política argentina, además de vino en ciertos brindis ministeriales, es la gimnasia para volver donde uno juró no regresar.
En definitiva, Milei pierde a su ministra más mediática y gana una candidata que promete blindar “los logros” del gobierno en el Congreso. Habrá que ver si eso significa blindar derechos, blindar negocios o simplemente blindar la próxima fiesta de asunción con aquellas bebidas que contienen etanol en su composición.